Jose Antonio Gras Íñigo // OUA Group
Lo que más valoro de haber estudiado Arquitectura en la Universidad de Alicante no es tanto la formación técnica (que también) como la insistencia en fomentar un alumnado que piense, cuestione y se posicione críticamente en todos los márgenes de la disciplina, moviéndose con fluidez en la intersección entre el arte y la técnica. La variedad de ramas dentro del itinerario académico y la flexibilidad en las asignaturas me permitió poder aplicar mis inquietudes sobre todo lo relativo a urbanismo y espacio público en un amplio abanico de asignaturas, no necesariamente las de urbanismo; también en construcción, composición, proyectos y PFC. A partir de aquí, pude trabajar en PLAYstudio con los dos profesores más influyentes para mí durante mis estudios, Iván Capdevila y Vicente Iborra. Todo lo que vendría después fue gracias a todo lo mencionado. El propio Norman Foster dijo una vez que le encantaban los arquitectos españoles (en su estudio éramos cerca de un tercio de la plantilla) porque, junto a los griegos, somos los arquitectos con la formación más holística que conocía. Creo que sería una buena sentencia para resumir lo que es Arquitectura en Alicante.
El curso 2009-2010 fue claramente el punto de inflexión en mi trayectoria académica. Asignaturas como Proyectos II, Urbanismo III, Teoría de la Arquitectura, Composición II o Construcción II con profesores de la talla de Elia Gutiérrez, Andrés Martínez, Iván Capdevila, Andrés Jaque, Vicente Iborra, Lluis Ortega o Carlos Bañón fueron clave para darme cuenta de que lo que me interesaba no era tanto diseñar edificios como el espacio que había entre ellos. A partir de aquí, mi motivación fue creciendo exponencialmente. El curso siguiente, con la asignatura Proyectos III confirmé mi pasión por el espacio público y por Barcelona, ciudad donde tengo el placer de vivir y trabajar tras 4 años haciéndolo en la otra ciudad de mis amores, Londres.
Lo primero que me viene a la mente cuando echo la vista atrás son dos pensamientos: primero, el momento determinante para entender a lo que hoy me dedico, que como mencionaba antes lo sitúo entre el año 2009 y 2010 cuando empezó a cultivarse lo que más tarde se convertiría en pasión por el urbanismo, la ciudad y el espacio público: descubriendo que mapear significaba evidenciar lo que a primera vista parece invisible gracias al taller de invierno sobre Gaza, donde conocí por primera vez a José Pérez de Lama con el que aún mantengo relación; y sorprendiéndome a mí mismo eligiendo siempre que podía diseñar, resolver o estudiar espacios públicos en asignaturas como construcción o proyectos, donde en un principio se trataba de trabajar con edificios. El segundo pensamiento que me viene a la mente y recuerdo con especial cariño, es el momento inmediatamente anterior a decidir (o verse obligado) a una noche en vela trabajando para proyectos o urbanismo, en el que junto a mis inseparables Adri y Pablo preparábamos las horas venideras en nuestro piso de estudiantes o en la biblioteca. Más allá del aprendizaje en nuestra formación, valoro el compañerismo que teníamos y la amistad que todavía hoy mantenemos.