Daniel Cano Jiménez // Ippolito Fleitz Group

Lo que hago ahora está determinado por la educación recibida de dos formas claramente diferenciadas: directa e indirectamente. Directamente, y más allá del contenido que pudiera enseñarse en cada asignatura, en mi opinión los estudios de Arquitectura en Alicante tenían 3 factores transversales: 1/ ausencia de límites temáticos, 2/ fomento de la autonomía de aprendizaje (algunos profesores lo llamaban “expertización”) y 3/ exigencia muy alta. En otras palabras: 1/ eras tú el que elegía lo que hacías y cómo lo relacionabas con la arquitectura; en general, la tendencia era a huir de lo convencional, con lo que... 2/ al minuto siguiente tenías que saber de lo que hablabas (y aprenderlo por tu cuenta), y 3/ tenías que hacerlo en un nivel muy alto, casi comparándote con el mejor en esa materia. Este tipo de docencia, en algunos casos cercana a estretegias de guerrilla, te obliga a desarrollar un set de habilidades que más que prepararte para trabajar en un estudio de arquitectura, te prepara para poder responder a situaciones inesperadas / no estándar de forma ágil y resolutiva. Indirectamente, la mezcla de exigencia y algunos factores personales me obligaron a simultanear estudios y trabajo desde el minuto 1. De no haber sido así, yo habría sido otro. Como asignaturas clave en este desarrollo, destacaría Proyectos y Construcción. Y Composición. El mejor recuerdo de mi vida académica no está ligado a ninguna asignatura, taller o presentación, sino a las personas: a los muchos profesores que me enseñaron algo, a los pocos que me enseñaron mucho, y sobre todo, a los grandes compañeros (muchos ahora amigos) que pude encontrar en el camino. Gracias a todos.